Estuvimos realmente bien en la casita de Miguel, una casa preciosa, artesana y con mucho detalle, y muy acogedora. Tiene un jardín muy verde y bonito, con unos columpios originales y una barbacoa a la que le sacamos mucho partido. Está en un lugar apartado, desde donde se ve el mar y el horizonte, y a la vez muy cerca de todo si te mueves en coche.
Tanto Miguel como Iranzu nos recibieron muy bien y daba gusto hablar con ellos.
Recomiendo sin ninguna duda este caserío para unas buenas vacaciones familiares.